A pesar de que la hacienda pública pueda rastrear este y otros blogs en busca de información fiscal, os diré que la carretera es mi hábitat en estos días. Cierro los ojos y veo las lineas pasar, como en 24 horas party, el asfalto es abducido por el paragolpes, como el agua por una compuerta. Veo como las señales se hacen a sí mismas desde que son un diminuto punto brillante hasta que se convierten en gigantes de colores.
Acomodado en el asiento, con velocidad de crucero, navego por los mares de alquitrán, como el capitán Ahab, obsesionado por atrapar a Moby Dick, solo que en mi caso, el gran cachalote blanco, no es más que mi hogar, que no es otro que Mar.
martes, 4 de diciembre de 2007
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raul rodriguez el parabrisas pretende ser una ventana al mundo de un viajero fugaz,de alguien que esta en muchos sitios durante muy poco tiempo,alguien que se nutre tan solo de pequeños retales de conversacion,de pequeñisimos fragmentos de la vida de la gente,que en conjunto pueden mostrar una particular idea del mundo
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Por allí resopla tu hogar!!!
ResponderEliminarQue alguien despierte a este hombre!!!
Vale, Mar, justo a tiempo.Ponle hielo en las sienes agora mesmitu.
ainnsss.... que tontitos andais todos últimamente...
ResponderEliminarAsegúrate de que no te has quedado dormido conduciendo. A mí me pasó una vez algo parecido y menudo susto que me llevé, jeje
ResponderEliminarRaúl estás hecho un poeta
ResponderEliminaryo hace tiempo tenia un taxi en un pueblo de pescadores y siempre comparava el trabajo de ellos al nuestro.
ResponderEliminarEllos salian cada noche sin saber si traerian gambas o sardinas o quizas nada.
Yo salia cada dia sin saber si haria un viaje de larga distancia o si haria 4 viajecitos de nada dentro del pueblo.
O a lo mejor solo hacia que ocupar una plaza en la parada sin hizar velas,.
Solo la piel mas curtida de esos hombres daba ha entender que su trabajo era muchisimo mas duro que el nuestro aunque el resultado al final fuera el mismo