TAXI KID

No podía creermelo en el asiento de atrás de mi taxi se sentó el profesor Miyagi, con su camisa de veterano y su cinta en la cabeza. Miré una, dos, y hasta tres veces por el espejo, y no tuve duda, era Miyagi. Empezé a sentirme cada vez más pequeño, más discípulo, más aprendiz, ante los gestos y las miradas de sabiduría de Miyagi. Traté de conducir a la perfección, intermitentes, cedas, semáforos ámbar, todo bajo la atenta mirada de Miyagi, que parecía saberse el recorrido de memoria, no hubiese hecho ni intención de dar un pequeño rodeo, uno pequeñito, porque estoy seguro de que Miyagi lo hubiese intuido, sus ojos no se despegaron del reflejo de los mios. Tan solo cuando paré, Miyagi asintió con un leve gesto, esbozando una levísima sonrisa de satisfacción pedagógica. Tuvo tiempo para un alarde más y con un movimiento de ninja, sacó del bolsillo exactamente 5,45 euros, ni más ni menos , precio exacto de la carrera...De no ser porque leí en su día, con tristeza, la lamentable pérdida del actor Pat Morita, hubiese jurado que lo llevé esta mañana, desde el Parador ( que no es el señor del chaleco fluorescente y el stop en la mano), hasta la estación de RENFE.

Ahora estoy limpiando el coche, dar cera, pulir cera..

A Sergio ( que le vio primero).